sábado, 25 de abril de 2020

NOTAS A PIE DE PÁGINA


Existen comentarios accidentados, palabras que nunca debieran haberse deslizado o escupido de unos labios cuya modulación del aire interior no pasó antes por el cerebro; como también hay pensamientos que no han sucumbido a ser traducidos a frases, al encanto de saber decirse en ese ambiente propicio para encontrar la voz que le caracterice, esa puerta abierta a descubrimientos que no cesan y sucumbir al asombro de escuchar la música de la respiración de la amanteamada. 
Si se cayera en el lirismo más barroco debería decirse que su río de agua y sus múltiples ríos de fuego alimentan sus corrientes evidentes y secretamente ambiguas, esas que le proyectan sucumbir entre su anatomía, siempre templada, siempre aceitosamente húmeda, seductora a nuevos descubrimientos, generosa en su aroma y presta a ser poseída antes de que amanezca la luz y devore todas las imágenes gozadas que en esos momentos la habitan.
En ocasiones me pregunté si había invocado al Gran Cronopio y apareciese sobre nuestros pasos con extraña fidelidad a los requerimientos caprichosos. De lo que sí estoy seguro es que no era una complicidad ausente la que nos llevaba a buscar orillas de siameses pensamientos jazzísticos, con un Charlie Parker macerando aquellas ausencias pasadas, convocando migrantes deseos para seguir viviendo en nuestro sueño, en nuestros cruces sonámbulos, como testigo sonriente de aquella relación extravagantemente hermosa.

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