Una vez más reconozco que estoy de acuerdo con ARS. El silencio de la noche es creador, es la perpetua necesidad del humano para escuchar y escucharse. De poco sirve pasar viviendo si no se escucha qué nos habla lo que por el día no se oye por las interferencias nuestras y ajenas... Sería muy recomendable que la noche tuviera alguna hora más, o minutos... ¿...o segundos imperecederos?.
La noche si no se la duerme la hemos etiquetado de insomne, y a aquellos que no duermen como los demás, que se niegan... se les llama sonámbulos. En ellas, dice ARS recientemente, se vive delirantemente. La forma en que se viven esos instantes, seguro, son los que se desean, los que el YO decide qué hacer sin detenerse a medir las consecuencias o autocensurarse, éso ya lo hará cuando despierte... El Sonámbulo vive otra vida, "siente" otra vida. Sabe que su vida es única, que sólo a él le pertenece... ¿o será, tal vez, que él pertenece a tal vida...?.
En ocasiones, el Sonámbulo no sabe que lo es... Me contó ARS la vez que cuando presentó uno de sus libros del quinteto de Mogador, cómo en voz bajita se oía decir a algún asistente: Yo también soy un Sonámbulo. Y luego otro. Y otro en tono más alto. Y otro. Y otro... hasta que fueron muchos los que así se sintieron, los que advirtieron sosegada y liberadamente que eran éso, Sonámbulos... Al fin lo habían descubierto.
Me recuerda ésto al párrafo escrito en Nueve veces el asombro: "... en el que Tarik, amante y alfarero, reflexivo y tenaz, piensa que el horno es el gran misterio de los alfareros. Que uno puede tratar de reducir la proporción del azar, controlar todas las variables que son posibles y aun así el misterio apasionante permanece. Es más, piensa que cuando el ceramista logra sacar del horno exactamente lo que había planeado, su pieza tendrá algo de fracaso, aunque parezca perfecta. Algo habrá de obra muerta, muda. Porque en el arte de la alfarería es necesario que el horno aporte más de lo que se esperaba". Y así sucede con el despertar del humano, que posiblemente su verdad, quedó en la noche, en el sueño que los neurofisiólogos denominan reparador y al que nosotros reconocemos como el vital.
El último libro de ARS lleva por título: Elogio del insomnio.
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