La palabra revolución no parece neutral porque no es escuchada por oídos neutrales; por tanto se la teme. A partir de sus castos étimos ha pasado a significar desde revolver a cualquier provocación de situaciones absolutamente nuevas que contradigan a sus precedentes por caminos sangrientos...a ser una re-evolución constante, emanada de una insomne evolución, y perfeccionada a cada momento. Cada época tiene su propia revolución, cada cuerpo sufre su propia re-evolución... y nunca son iguales unas a otras. La revolución es el combate, no contar qué es el combate.
He visto el resultado de las revoluciones y las que son totalizantes nunca finalizan bien. Tan solo son productivas aquellas que ambas partes son bien resueltas, entre miradas y manejos táctiles que satisfacen a los contendientes. Y nunca son de las que salen en las noticias de sucesos, pertenecen a las que son silenciosamente encubiertas por tabiques y mecidas por músicas y jugos. ¡Qué triste sería que tuvieran eco en el telediario de las 3...!
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