De la misma manera que hay espejos que son expertos en apariciones, en verdades ocultadas por palabras que disgustan escuchar, hay miradas que reflejan el silencio ambiguo de evitar creer en su inexistencia. Sus palabras eran siempre arrojadas; en cierta forma como esas olas que baten las rocas de aquella ciudad de los deseos destruyendo playas ausentes para evitar temerarios peligros en forma de diálogos y llevarnos a calas escondidas donde refugiarse de miradas lascivas.
Buscar diálogos sin excesivas palabras es la esencia de todo integrante de la casta, revitalizar espacios descarnados que caractericen el desaliento vital. Por ello tal vez, nos gusta observar y hablar mediante signos y silencios. Siempre, de una u otra forma, somos buscadores de ese agua literaria que facilite el crecimiento de esa plantita que pugna por hacerse mayor. Masticamos aire, aprendemos a querer, que no es más fácil que aprender a sufrir. Somos adoradores de esa desnudez mental y física como una luz intermitente que avisa de un cierto peligro. Recuerda el Sonámbulo a su resignadamente triste Kavafis al decir: " Ítaca te brindó tan hermoso viaje...Sin ella, sin él, no habrías emprendido el camino". Y es que cualquier memoria nunca debe ser recuerdo sino realidad atemporal, frágil para unos, marmórea para otros.
Realmente el símil que propones entre las palabras arrojadas y las olas del mar batiendo las rocas, dan que pensar. De alguna manera, como tu rotulas, nos deja indefensos ante la grandiosidad de la imagen. Quizás sea que nos hacen sentir grandes y pequeños al mismo tiempo sufriendo nuestras contradicciones. No lo se, solo se que tenemos que seguir en esa "Itaca que nos brindó tan hermoso viaje..." Felices y sufriendo. Te deseo lo primero. Sonámbulo
ResponderEliminarRealmente estamos constantemente aprendiendo a conocernos y conocer lo que nos rodea para evitar dañarnos y dañar. Somos curiosos de por sí aunque recapitulemos un día sí y otro también.
ResponderEliminarDisfruta de tu día Invisible.