Recuerdo con frecuencia lo que se decía de la casta de Los Sonámbulos y que ARS nos enseñó. Se creía que era una secta o una sociedad secreta, y no, es una casta; tampoco una sociedad secreta, sino una naturaleza y un destino. Se hablaba también de la enciclopedia que cita a la casta de la importancia del calígrafo que la escribió y de los modos de existencia del deseo en el mundo. Refería también de la desaparición de hojas de tal enciclopedia, y que de entre ellas, por referencia, se citaba la espiral de los sueños. Y que existía en él una innovación mágica de la casta, dividida en nueve partes y que cada una tenía nueve sueños y además todo ello confluía en un edificio basado en la geometría y el simbolismo del número nueve.
Muchos enamorados y profundamente deseantes, cuando se han detenido a pensar en sus grandes amores se han apercibido de que cuando han existido varias, la que hizo el número nueve tuvo mucho que ver en sus delirantes sueños sonámbulos que solamente encuentran su camino a la luz de la luna sabiendo que el castigo supone ver el alba antes que el resto del mundo.
Convertirse en el espectador de la propia vida, como decía Óscar Wilde, ahorra el sufrimiento de la vida. Aquellos nueve sueños que ARS me recuerda en su inmenso libro En los labios del agua, y que da comienzo con una a modo de dedicación: "A la que en sus sueños me despierta para entrar en ella..." han conformado siempre ese caleidoscopio de pasiones que construyen la vida. Alguien mueve los espejos y somos siempre diferentes según la persona que lo inclina...y ya entonces nunca se podrá contar de la misma forma ese tránsito.
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