Tomado de El sueño de los cuatro círculos, de Aziz Al Gazali: " Soñé que me acercaba lentamente a tu boca, venía probándote desde la nuca. Mis labios iban rozando apenas tu piel, los vellos más delgados del cuello, los lóbulos, las mejillas. Y cuando girabas de golpe para atrapar mi boca con
la tuya, mordías sólo mi labio de arriba mientras el otro llegaba hasta tu
mandíbula. Me ofrecías todos los ángulos pronunciados de tu cara. Me dabas a
comer tus pómulos, luego tu barbilla. Entonces decidías mojarme la cara, poco a
poco, con la lengua. Mojabas y secabas con la piel de tus mejillas; una y otra
vez hacías lo mismo. Luego te apoderaste también de los párpados. Me hacías
mirar la humedad de tu boca sobre mis ojos cerrados. Cuando menos me daba
cuenta habías pasado de acariciar con tu lengua en círculos mis ojos a hacer lo
mismo con mis testículos. Dibujabas de nuevo con la punta de la lengua, a
través de la piel, todos mis círculos. Y otra vez me hacías mirar y admirar de placer
la humedad sin verla. Todo mi cuerpo era un eco de círculos concéntricos
alrededor de tu boca. Yo era una espiral movida por tu lengua.”
Como un ceremonial aprendido y aprehendido, el amadoamante rememora cada
instante de intensidad intolerante que se genera cuando es la ausencia la que
prima, como cuando en los incendios, la frialdad arde más lentamente, cuando en
un segundo puede justificarse la vida, y perderse.
Aun sin saber cómo recordarse, los humanos se ven arrastrados por la mente
conceptual, por la corriente del nacimiento y la muerte, y son incapaces de
alcanzar la independencia que todo lo explica, que nada pide solícita para
quien todo lo tiene ya por crear. Ignorar y caminar no son verbos transitivos
en esas instancias sensitivas, son dos palabras que marchan sin orientación
fija, sin destino propio ni ajeno.
¿Requiere la mente ser domada siempre por quien posee la esencia de
que la experiencia provenga del pasado, nunca del futuro...?. Así debiera
ser, aunque los buenos consejos tengan persistentemente algo de discutible, si
bien cada momento de íntima vida de cualquier amadoamante sea absolutamente
distinto al de otro.
El Sonámbulo es de los que creen que cada experiencia debe
ser pasada por el matiz de cada circunstancia, y ésta a su vez, de cada deseo,
y que como dijo el sabio: Todo lo difícil debe intentarse mientras es fácil.
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