domingo, 22 de febrero de 2015

SILENCIO


Fue una buena idea. 
Hablar es cosa de mortales, pero callar no lo es de inmortales, callar es un modo de hablar. Es por eso que en ocasiones, el silencio comunica, incluso grita lo que las cuerdas vocales niegan la salida de un organismo creado para ser.
Un día se levantó dispuesto a usar solamente la mirada, aquélla que había visto en ocasiones en hombres y mujeres, sobre todo en ellas, que indicaban dolor, marginación, rechazo, pérdida, dolor, deseo. Y le preguntaban. Y sentía la incomodidad de que no fuera como ellos pensaban era. Pasaban cada vez con menos velocidad los minutos y las horas, que encontraban senderos solitariamente más concurridos. Miró hacia atrás y le extrañó el reguero de personas que habían aquietado sus movimientos físicos y asistían sus pensamientos con sensibilidades antes desconocidas para ellos.
Fue una buena idea que, al menos durante unas horas se encontraran con ellos mismos.

sábado, 14 de febrero de 2015

ENCUENTROS


He olvidado ya donde leí que los encuentros, incluso los más frecuentes, son improbables. Es complicado que dos o más humanos se encuentren, sientan lo mismo, sean lágrimas gemelas en búsqueda continua y continuada, naveguen en paralelo para que el santo grial de lo que fuere tenga cuatro, diez, veinte mil asideros que lo hagan un poquito suyo a cada uno. 
Por eso, cuando sucede, que puede suceder... (léase con sensación de ligera duda, leve suspìcacia, incluso incredulidad), la explosión de momentos felices semejan ser de literatura low cost, de cierta extravagancia que realmente no es más que una singularidad extremadamente sofisticada creada para seres extraplanetarios, cronopios cortazarianos, consejeros de lo que serán pronto o tarde, recuerdos con los que habrá que aprender a vivir en lugar de intentar anular lo imborrable, porque siempre resetear la vida deja huellas de pies que nunca caminaron con uno mismo.

lunes, 9 de febrero de 2015

SED DE AGUAS

Siempre, de una u otra forma somos buscadores de agua. De una forma discreta, llamativa, o incluso ignorante, rastreamos ese subsidio de vida que nos permite continuar imaginándonos la vida que creemos existe. En ocasiones la encontramos en forma de libros repletos de letras mezcladas coherentemente para confirmarnos que existen gran variedad de espejos en donde mirarnos. En otras la hallamos en arpegios que mecen nuestros vacíos para evitar evitarnos, hacernos sedentes para que nuestra memoria litigue con recuerdos amasados por manos callosas de dolores injustificados, relatos a medio configurar, sensaciones mal digeridas. El humano vaga en busca de esa Justicia, sin saber que la que emana de los demás, pocas veces tiene sentido si no ha logrado encontrar el verdadero significado de la suya propia, la que le dice qué es lo correcto de lo que no lo es. Es lo mismo que sucede en aquellos lugares en donde no se pone el sol, que los sueños y la luna están de más. Por lo tanto: aquellos que no comprenden, no entienden ni el entendimiento, y aquellos que comprenden, entienden el entendimiento. Allí está la verdadera esencia de la Justicia. 
Y así se le pasa el tiempo al humano, en buscar manantiales de agua pura en donde se sacien sus sueños, sus ideales, sus valores, sus necesidades humanas, que de todo tipo existen, y que lo mantengan ilusionado en el tiempo y en el espacio, en los sentidos y en sus fantasmas que le orillan pensamientos inútiles que solo le propicien consumo desaforado de vientos dolorosos victimándolo ante quien pudiera darle ese agua de vida.
Vivan todo lo que puedan hasta que se consuma el agua... Luego, ¡qué más da!.

domingo, 8 de febrero de 2015

Y TODO DEVINO DE UN SUEÑO.

Tomado de El sueño de los cuatro círculos, de Aziz Al Gazali: " Soñé que me acercaba lentamente a tu boca, venía probándote desde la nuca. Mis labios iban rozando apenas tu piel, los vellos más delgados del cuello, los lóbulos, las mejillas. Y cuando girabas de golpe para atrapar mi boca con la tuya, mordías sólo mi labio de arriba mientras el otro llegaba hasta tu mandíbula. Me ofrecías todos los ángulos pronunciados de tu cara. Me dabas a comer tus pómulos, luego tu barbilla. Entonces decidías mojarme la cara, poco a poco, con la lengua. Mojabas y secabas con la piel de tus mejillas; una y otra vez hacías lo mismo. Luego te apoderaste también de los párpados. Me hacías mirar la humedad de tu boca sobre mis ojos cerrados. Cuando menos me daba cuenta habías pasado de acariciar con tu lengua en círculos mis ojos a hacer lo mismo con mis testículos. Dibujabas de nuevo con la punta de la lengua, a través de la piel, todos mis círculos. Y otra vez me hacías mirar y admirar de placer la humedad sin verla. Todo mi cuerpo era un eco de círculos concéntricos alrededor de tu boca. Yo era una espiral movida por tu lengua.”

Como un ceremonial aprendido y aprehendido, el amadoamante rememora cada instante de intensidad intolerante que se genera cuando es la ausencia la que prima, como cuando en los incendios, la frialdad arde más lentamente, cuando en un segundo puede justificarse la vida, y perderse. 
Aun sin saber cómo recordarse, los humanos se ven arrastrados por la mente conceptual, por la corriente del nacimiento y la muerte, y son incapaces de alcanzar la independencia que todo lo explica, que nada pide solícita para quien todo lo tiene ya por crear. Ignorar y caminar no son verbos transitivos en esas instancias sensitivas, son dos palabras que marchan sin orientación fija, sin destino propio ni ajeno.
¿Requiere la mente  ser domada siempre por quien posee la esencia de que  la experiencia provenga del pasado, nunca del futuro...?. Así debiera ser, aunque los buenos consejos tengan persistentemente algo de discutible, si bien cada momento de íntima vida de cualquier amadoamante sea absolutamente distinto al de otro. 
El Sonámbulo es de los que creen que cada experiencia debe ser pasada por el matiz de cada circunstancia, y ésta a su vez, de cada deseo, y que como dijo el sabio: Todo lo difícil debe intentarse mientras es fácil.