Para algunos hombres, lamentablemente aún, puede resultar extraño el modo de hablar de mujeres como la novelista nicaragüense Gioconda Belli, posiblemente ignorante de ser, también, perteneciente a la casta sonámbula, por su forma de hablar, por su manera de entablar diálogos consigo misma y su toda ella, reivindicando que se hable menos de la luna y se vea el día en toda su extensión, lumínica o no. Y digo que es lamentable que aún existan varones con carencia de comprensión porque eso nos empequeñece, nos infantiliza aún más de lo que podemos llegar a ser, para mal, que para bien siempre hubo tiempo si se quiso emplear con fortuna. Le leo ... Por muy fuerte que sea la mujer, por allí se le cuela la disposición a ponerse en segundo plano. Nos han condicionado para que el amor se comparta como debilidad, no como fuerza...(1) Afortunadamente quiero creer que este pensamiento es una licencia asumida para dar forma al personaje del que está hablando, del que se está metarmofoseando, saliendo de la crisálida, porque afortunadamente cada vez son menos estas figuras.
No es, no debiera ser, problema de intersexos caminar y descaminar pensamientos y realidades, sino que nos guíe el mental carpe diem sin daño colateral irremediable, y que las palabras emitidas tengan siempre aroma: es cuestión de vista, y de oído, y de que no resuenen en oídos melodías que nunca se han escuchado.
Comprender el interior femenino le llevó toda una vida al fundador de la casta, intuir a Fatma, y a Aisha, y a todas las demás. Venus, La Espiral y el Deseo fueron las tres cartas de la baraja que marcaron a la primera. Era su futuro. Era el futuro de todas aquellas que desearan con todas sus fuerzas ser como deseaban ser.
(1 )Cita tomada de: El intenso calor de la luna. Gioconda Belli., Seix Barral. 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario