Todos en Mogador saben que la espiral es una imagen representativa del deseo. Lo supo Aisha cuando se la enseñó a Fatma en forma de carta de adivinación, carta aúrica.
En Mogador, como cuenta ARS en uno de sus libros, la espiral son sus calles: la calle principal, La Vía o calle del Caracol, y otras. Dan giros desde las murallas que rodean toda la isla a la plaza central, donde están los baños públicos y los tres templos de las religiones que conviven en ese puerto. La ciudad, para sus habitantes, sigue contando ARS, era y es la imagen del mundo entero: un mapa de la vida tanto externa como espiritual de los hombres. Sus cuatro torres situadas en la muralla circular señalan los cuatro puntos cardinales. En cada uno de sus giros La Vía luce una fuente. Ellas insinúan que el agua corre por la espiral hasta los baños del hammam, lavándolo todo y a todos.
Los Sonámbulos suspiran, aunque temen, la presencia del deseo. Es, posiblemente uno más de sus pensamientos paradójicos, porque todo a partir de entonces será espiral, todo confluirá, se traducirá, alimentará de forma desaforada sus vidas de forma que sus sueños no serán más que ilusiones magnetizadas del continuo devenir del destino del que sabe no puede huir. El destino persigue a sus víctimas hasta el mismo burladero y se queda ahí, imperturbable, inflexible y estoico... esperando. Ellos lo saben, como Fatma lo sabía, y aún así, no se resisten porque saben que no se puede poseer del todo... sin ser del todo poseído.