El Sonámbulo sabía que ella lo sabía...que se veía reflejada en cada palabra que su voz modulara, en cada mirada que sobre ella dejaba caer, imaginando lo que aquella mujer desconocida para otros, también imaginaba lo mismo...Su gran dilema era dudar que aquel gran secreto, como otros grandes secretos, navegaran entre el error fecundo y el error fatal.
Alguien dijo que la saciedad y los afanes nacieron de la abundancia...No estoy de acuerdo, en absoluto. Nacen sin conocer el por qué ni el cuándo, de la misma forma que esa mano tropezaba con la otra y de ellas emanaba una chispa que las separaba para luego pensar en buscarse. Y sus frases, aquellas que siempre tenían un doble mensaje, como el misterio que se encuentra en la fuerza del principio oscuro y también en todo el poder de la luz.
Salió de su madriguera traspuesta, dudando, insatisfecha y trastabillando sus palabras ante la esperanza de que hubiera hecho lo esperado.
Siempre resulta estimulante comprobar que sigues aquí, Sonámbulo.
ResponderEliminarTus palabras recorren ese núcleo vital de nuestra naturaleza que duda o se lanza ante sentimientos de todo tipo. Leerte invita a la vida con todos sus riesgos , alumbra momentos de gran felicidad, fortalece el espíritu, y contrarresta los inevitables tiempos difíciles, tristes y oscuros.
Muchas gracias
El Sonámbulo siempre está...No con la frecuencia que en ocasiones deseara, pero sí en el elixir que imagina se siente con sus lectores. Percibe ser espora que se diversifica tanto que le resulta agotador incluso mezclarse con quienes imagina sean más deseantes de cualquier forma e intensidad. Se niega a negarse a fortalecerse con todo lo que le rodea, le alimenta tanto...
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