sábado, 13 de agosto de 2022

ISLA TERAPÉUTICA


 

La llegada a cualquier isla desde el aire siempre tiene ese plus de bienestar que acompaña al viajero, ya sea una isla exótica u otra relacionada más con su ADN. En este caso se aunó además ese halo de misterio que proporciona la oscuridad cuando es la noche quien te recibe y te acuna con su silencio indispensable. 

Huir de lo que disgusta ayuda mucho a dejar de ser tono grisáceo y empaparse de la acidez de un origen del que se huye. Observo desde la ventana del pájaro y percibo la isla recibir al foráneo con atmósfera  de sales y ruidos no habituales que le conducen a cierta disposición a sentir más de cerca los sueños incubados, los inquietantes interrogantes que puedan llegar o hasta el olvido de los malestares que antes acuciaban. A la isla cuesta llegar y de la isla cuesta huir, precisa toda una logística imposible de ser espontánea. Por ser, hasta es complicada que ayude a que la memoria no se disculpe de los recuerdos. Que se lo pregunten a Ulises...

Ser isleño proporciona una personalidad peculiar, congénita, que aferra a quien le acepta a ser complicado convertirse en inerme cuando imagina abandonar o abandonarse. Y mientras el recién llegado duerme sus cuitas, la vida hace de las suyas, por ejemplo...ir pasando. Cruzarse con el/la habitante de una isla es hablar con los ojos, prescribir conatos de acercamiento o de entablar lenguajes apareantes. Me lleva esta sensación a otra isla en donde dejé enterrados misterios que nunca saldrán a la luz, aunque los olvidos tengan formas sofisticadas de permanecer y formar presentes donde ya solo existen pasados.

A la isla hay que adentrarse... y volver a su orilla cuantas veces sea deseable para ser recibido de nuevo, y así continuamente...

miércoles, 3 de agosto de 2022

ESTELAS


Caminando por las laderas de una vida ya extensa... e intensa, me encontré uno de esos sabios anónimos que frecuentan las autopistas de la existencia, y me dijo que hay dos tipos de afirmaciones opuestas que sin embargo son igualmente válidas, porque la vida es contradictoria y paradójica, y esas afirmaciones son:
                    
1: Todos somos iguales, y 2: Todos somos diferentes.

A los que nos gusta leer biografías, verdaderas cartas de navegación de una existencia en donde puede aprenderse cómo otras personas han manejado los mismos retos a los que luego uno mismo ha de enfrentarse: los bajíos del envejecimiento, los arrecifes de enfermedades, los devaneos del destino, como siempre incierto. Además, en las biografías, puede enterarse de peripecias únicas (todos somos diferentes): encuentros con sirenas, tesoros sumergidos, avistamientos del pavoroso Kraken.
Sin embargo, hay también etapas de la existencia en donde el caminar tiende a ser usualmente igual en todos, mezcla de momentos felices (nunca felicidad integral) y asistencias iluminadas de burbujas melancólicas teñidas de emocionantes sabores a cítricos explosivos que sugieren eternidad íntima. 

Hay una frase de Henri Michaux que dice así: "El yo es un movimiento en el gentío". Magnífico!!!. En la multitud que nos habita, el yo es un garabato fugaz, una estela de humo que muta constantemente. Eso somos y en eso nos transformamos conforme pasa el tiempo. Gozar el momento, reinventar constantemente todo lo que tiene que ver con el humano, como propugnaba Rimbaud, es lo que se debiera abanderar, sabiendo de la precariedad de nuestras realidades. Es bueno entenderlo quien aún no ha llegado a ello.