sábado, 30 de noviembre de 2019

NOTAS A PIE DE PÁGINA TRAS EL VIAJE


Los viajes, ocupan en el espacio siempre menos que en el tiempo. 
Los símbolos que alertan de sus experiencias auguran un balance estratégico de intensidades que en el instante en el que se habitan no son traducidos como tales. Son como la magdalena de Proust que sin saber el por qué se aparece de nuevo con el paso del tiempo para alimentar nuestras pulcritudes mentales, recuerdos incomprensiblemente comprensibles. Para algunos, no obstante, su mayor reconocimiento consiste en temer estas presencias, augurios de pasados que no fueron entendidos en el momento oportuno...¿o sí...?. Tengo dudas. Sin embargo, de lo que sí estoy seguro es que los viajes abren puertas ignotas porque el grado de descubrimiento es como el mismísimo dormir, al que hay que caer para poder despertarse.
Partir, como decía el sabio, es abrirse sin saberlo, dar paso a sensaciones que ni remotamente se pensaba existían y que su descubrimiento prodiga períodos de estabilidad que algunos llaman felicidad.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

FINALES QUE SON COMIENZOS



Cada día es indescriptiblemente muy suyo, y no precisamente por la luz que lo ilumina o por ese fortuito encuentro que puede cambiar los números del reloj. 
Me contó cómo recordaba que existían días en los que  se le quebraban los muchos cielos después de creerse su único espejo, dejaban de ser azules sus recuerdos y se acortaban aquellos abrazos con sí misma en los que encerraba su alma maltrecha. Podía sentir el peso de una lágrima mientras se esforzaba en llenar de aire sus pulmones ya desgastados de tanto respirar adamascados perfumes. Pedía, suplicaba, que se abrieran ojales de esperanza con sabor a mañanas mientras hería con su mirada los relojes que le condenaban a la noche perpetua.
Desde su ventana quería volver a nacer, redescubrirse a sí misma, con otro acento de certidumbres, dejar de poseer aquel temor tan sigiloso que la fragilizaba hasta pensar que ni siquiera lo imposible pudiera tener lugar...



El final debería ser tenebroso, pero... no. Hoy está mirando el océano y su mente ha encontrado esa paz que dicen existe.