domingo, 31 de diciembre de 2017

Y ÉSTO POR QUÉ...



En ocasiones como hoy, la arena del reloj sensaciona que cae más despacio, como que le cuesta desprenderse grano a grano del contenido para el que fue reunida: contar el tiempo. Los días de espera no se recuerda estar esperándolos, son secuencias en blanco y negro sobre nubes angostas y adormecidas. Leí que en Mogador los relojes de arena llevan un viento interno que ordena el movimiento de su pequeñas dunas, y que los amantes sabiamente demorados adquieren y desarrollan por dentro un viento similar que guía todos los desplazamientos de su cuerpo, pero que muy especialmente da ritmo a su precipitación sobre el cuerpo amado (Lo leí en Nueve veces el asombro, de ARS). El tiempo me ha confirmado la sospecha, porque lo contrario, la soledad, es más literaria que sentirse solo, con la ausencia de ese espacio ocupado por una presencia que ya no la es. Y entonces es cuando el recuerdo aparece, ignorante las más de las veces de la crueldad de su sinsentido, porque...¿qué cualidad presenta en ese instante el recuerdo...?, ¿nostalgia, remembranza...?. El corazón es lo primero y lo último que se cansa, que advierte su fin, que llora sin lágrimas a la espera de la amadamante. Sin embargo, el olvido tiene formas sofisticadas de permanecer en forma de sonido, aroma, reflejo...
Alguien me dijo en una ocasión que a solas puede haber razones, pero no argumentos. Es posible., incluso cada vez lo veo más claro...
Mientras tanto, los granos de arena persisten en su agonía de seguir cayendo.

domingo, 17 de diciembre de 2017

EL SUAVE AROMA DEL JAZMÍN



Leí en Los nombres del aire, de ARS, que de muchas bocas se forma una leyenda y cada quien la completa a medida de su lengua y la conserva o la olvida a la medida de su apetito. 
Cierto es que el deseo forma y deforma el recuerdo de la presencia ausente, y que rellenar las reiteradas deserciones con imaginarios es peligroso. Se incita a que esos sueños a medias se muevan y conmuevan la tranquilidad del pensamiento, que la desnudez se contamine o que las puertas de salida se multipliquen como reservas ajardinadas de mausoleos vivientes. El deseo sangra entusiasmos desmedidos, afanes de imaginaciones descuidadas como jardines a los que su dueño abandona.Sin embargo, educar la disciplina de esas citas mentales con su amadoamante refuerzan la solidez de las larvas de la melancolía, esenciales para demostrar que se está viviente, aunque las lunas pasen a diario por su cabeza, hiriendo con nocturnidad y alevosía sus recuerdos...

jueves, 7 de diciembre de 2017

DE UNA ARQUITECTURA INCIERTA



En ocasiones es la letárgica memoria la que impide ser veloz con las decisiones, como si esperara al big data y sus algoritmos para evidenciar aquello que debe ser y no lo que pudiera ser. Es la complicidad de la rutina meciéndonos lo que impide hallar los resabios de impotencia, valores adquiridos, satánicas experiencias que acompañan a esas convicciones que el humano porta consigo hasta hacerlas mortecinas, como esa luces de neón que en silencio de la noche titilan y sonorizan soledades impuestas o revenidas.
Pudiera ser aquel viaje a Samarcanda que nunca hizo o el libro que nunca abrió lo que protagonizó su gemido en la autobúsqueda. Me pidió ayuda, que estaba dejando de sindromizarse y que sus zozobras eran cada vez más espaciadas en el tiempo. Nadie ocupa dos veces un idéntico tramo de su vida. Es inútil regresar a cualquier soportal del palacio de Brukenthal, o a un paseo por el Central Park; ya sólo son restos de un naufragio que mitifica un extenuante reconstructor del lugar en donde hubo antes un asedio taciturno, material incandescente del deseo siempre imperante devorando desamparos.