martes, 21 de noviembre de 2017

VISIONES PRAGMÁTICAS


La imaginaba envuelta en su vestido ritual que nadie podía ver, entrando y saliendo de las densas nubes de vapor que generaba el hammam y que su presencia cortaba con el delicado brillo de su desnudez simulante de un relámpago silencioso en mitad de la noche. Podía notar la luz emanante en sus profundos pliegues, el calor que albergaba en toda su epidermis y que al paso junto a su onírica presencia olía a naturaleza viva, a presencia deseante de miradas furtivas como la de él, cruzándose como los arcos de una bóveda diseñada siglos atrás, del mismo modo a como su corazón le estaba diciendo en aquellos instantes, lo que su mente proyectaba sin descanso pero sin fatiga, con gozo complaciente. 
Se habían conocido en silencio y en silencio también había sido la despedida, con ausencia de palabras pero con miradas entretejidas y recuerdos de profundos y repetidos contactos. Las palabras sobraban.
Le llevó aquella sensación profundamente vivida a una muy antigua canción de Ibn Zaydun: "Cuando tus ojos vean lo que ya no se ve, y tus manos toquen lo que ya no se toca, tus ojos no serán ya tus ojos y tu cuerpo no será ya el tuyo, pobre posesivo poseído".

lunes, 13 de noviembre de 2017

EL CIERZO TRAE SOLEDADES INEXPLICABLES


Canta Sabina que hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Y es posible que sea así, y también que esté equivocado, porque el alma desasosegante del humano no encuentra nunca la paz que busca, por mucho que se lo merezca o se deje la vida en ello, se desviva...
El amor no debe medirse por lo que dura sino por lo que proporciona, porque la más dura nostalgia que pueda existir es la que nos hable de lo no sucedido. Conocí a alguien que no admitía más que lo que podía tocar, besar, arañar, morder, oler... Cuando ya no quedaba más que el inerte espacio entre él y sus amores eternos no quería seguir en el mundo, languidecía con la resignación del condenado a la pena capital envuelto  con el formol de la no existencia, harto de ser como los personajes de Chejov, siempre entrando y saliendo...  Recuerdo que le dije que más vale aprender a vivir con algunos recuerdos imborrables que tratar de olvidarlos, que el destino puede que se equivoque siempre y que hay hechos tan presentes que no se pueden recordar, pero otros se recuerdan porque estaban en el lugar oportuno en el momento idóneo. Ésos son los imborrables, los que el parahipocampo nunca borrará para que el amadoaamante argumente y no dé solamente razones.
Es bueno ser siempre la excepción que confirma la regla... 

domingo, 5 de noviembre de 2017

LA CANCIÓN



Sabía que la música era su acompañante preferida para esas tardes sin final mientras consumía las hojas de un libro, pero desconocía el poder que tenía aquella canción. No había prestado atención al ritmo ni a la letra. La habría reproducido decenas de ocasiones en su Technichs de alta fidelidad, pero hasta esa ocasión no había taladrado su conciencia al punto de sentirse catatónico. ¿Qué sucedía...?, ¿por qué entonces y no antes o después...o nunca...?.
Recordó aquellos versos de ARS:

Tú bambú,
yo viento,
tú murmuras cuando me meto entre tus hojas,
yo tomo la forma de tu estremecimiento,
tú cantas moviendo lentamente la cabeza,
yo soplo en tu nuca: sigo o empujo tus movimientos..................


La racionalidad debe imperar, aunque sea a pequeñas dosis en la versatilidad del pensamiento humano, aunque nunca es lo mismo hablar de verdad que decirlo todo, quedarse exhausto y sin el yo  interior que nos permite caminar erectos porque solamente nosotros conocemos nuestros secretos. 
Su recuerdo se le apareció de repente. Poseía ese don, recuperar imágenes asociadas a sonidos, sin embargo, en ocasiones no es una habilidad, a veces es una restitución por un dolor ausente que le recordaba otro futuro. O no. 
El destino no se elige, se cumple, es furtivo, nos da pistas, sí...pero en forma de pasos de paloma. 
Posiblemente por ello la canción le estaba hablando. Probablemente fue por eso que la puso una y otra vez hasta que el sueño se apoderó de su recuerdo, lo sumergió en el brumoso olvido y evitó que el deseo se fuera volando. 
Al siguiente día asumió que hay hechos que, aunque verdaderos, solo existen al ser narrados, o escritos, o escuchados a uno mismo...