Realmente, ninguna persona siente estrictamente lo mismo que otra. Nunca. Ni lo expresa de la misma forma, ni en los mismos contextos. Aunque en el fondo sea lo mismo... o tal vez no... Distinguimos entonces entre la emoción sentida y la emoción expresada. Algunos humanos expresan más de lo que en realidad sienten, mientras que otros sienten más de lo que expresan. Hay variación. Sin embargo, de lo que no existe cambio alguno es que destacan siempre aquellos que todo lo sienten de una forma hiperbólica, sin medida. Son verdaderos tsunamis emocionales.
Las respuestas emocionales están regidas por nuestro cerebro más primitivo, amo y señor del llamado sistema nervioso autónomo, al que no podemos controlar a voluntad. Si bien es cierto que las personas muy cerebrales llegan a cansar, las muy emocionales desgastan cualquier tipo de relación en donde siempre el equilibrio debe primar. Decía Benedetti que "De vez en cuando es bueno ser consciente de que hoy, ahora, estamos fabricando las nostalgias que descongelarán algún futuro".
Es bueno ayudarse a aprender a sentir, a regular lo que pasa en el interior de cada uno, de saberse alumno y maestro a la vez, independientemente de donde vivamos y cómo lo hagamos. Cada vez que se vive una experiencia surgen tres fenómenos: la emoción, el aprendizaje, y el almacenamiento de cómo se vivió tal emoción. Éso es lo que se llama memoria emocional. Por ejemplo, los viajes están siempre cargados de memoria emocional, de vivencias propias, que no ajenas.
El humano bien desarrollado mentalmente vive con y de su memoria emocional. Sabe cómo reaccionar ante esos constantes disturbios que acompañan al día a día, a las dudas, a los deseos conscientes e inconscientes, al desvarío de los sentidos... El estilo a la hora de sentir acaba coloreando nuestro carácter.
Einstein, quien además de ser un científico notable fue también un gran pensador, dijo una vez: "Ningún problema puede ser resuelto desde el mismo nivel de consciencia que lo creó". Totalmente cierto, Don Alberto. Las cascadas de pasiones impiden ver el bosque de nuestros verdaderos sentimientos, paralizan que podamos desarrollar otras facultades: la intuición, el razonamiento, la sensación...
Hay que volver a la calma...siempre. Se ve mejor, se siente...mejor.