Revivir momentos silenciados por el tiempo es revisar antiguas fotografías que por inertes sobre el todavía papel satinado remueven todo tipo de experiencias que el Sonámbulo creía ya haber enviado al cajón de los olvidos... y no.
Remite a placeres reservados, como no lo son los que hoy se vomitan en esta plaza pública de pensamientos y reflexiones en voz alta, tan alta que llegan a todo el planeta. Es curioso que la privacidad de las imágenes de hace años ante la no existencia todavía de la posibilidad de ser descargadas en el ordenador o la tablet las hacen únicas, valorativamente íntimas, exclusivas. Quedan ya tan pocas cosas únicas, intransferibles... que poseer unas simples fotografías en papel son como el abrazo que provocan algunas palabras. Nos regodeamos mirándolas...y pensamos que decimos que pasa el tiempo como si a nosotros no nos pasara nada, sin apercibirnos que nosotros somos tiempo que se va, experiencias que dejan de existir, realidades que serán pasado si no se alimentan, porque casi todo no es para siempre si se le alimenta adecuadamente. Me pregunto si seríamos distintos en caso de conocer lo que sabemos al cabo de unos años... Se enterraron sensaciones táctiles, visuales, aromáticas... pero hay umamis que jamás se pierden por más que pasen las décadas. ¿Por qué será que hay días en que nuestro cerebro parece tener que ver con los que fuimos... ?
Qué razón tienes, desconocido Sonámbulo...
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