En La huella del grito, de Ediciones del ermitaño, en su colección, no sé si muy acertadamente denominada Erótica en este caso, aparece ARS en todo su esplendor, físicamente como puede contemplarse, y en esencia como leí en su momento y releo hoy, en silencio, devocionalmente.
Habla de Hawa y Aziz, de su visita al hammam y de sus sensaciones transmitidas a las callejuelas de Mogador con el todavía recuerdo tatuado en sus neuronas, reflejantes del mito mogadoriano, de sus casas, de sus alcobas sin puertas, abiertas a patios interiores y éstos a su vez al cielo: donde todo lo exterior está adentro y todo lo interior está fuera, visitando inesperadamente con sus deseos cada esquina de lo natural, lo que desprende reflejos. Descubre ARS la esencia del grito en el deseo satisfecho, el calambre sostenido, el silencio sostenido por el valle del silencio sordo y ...sostenidamente intemporal. todo sostenido...Por un momento siento un relámpago por mi espina dorsal del miedo, como la calificaba el gran Félix Grande.
Decía al principio mi desconfianza sobre si el libro estaba felizmente encuadrado en lo erótico por ser más que todo ello, apoyándome en el reflejo más superficial que para mí posee "lo erótico", celofán de en muchas ocasiones un estéril advenimiento. No hay personas eróticas, ni deseos eróticos, solo personas que desean personas en sus 360 º de superficie deseante. Como tampoco hay un lecho y una penumbra ardiendo de delicadeza sino que en él se desenropa la lujuria y braman los cuerpos para dar comienzo y fin, o fin y comienzo. Solo eso.
Habla de Hawa y Aziz, de su visita al hammam y de sus sensaciones transmitidas a las callejuelas de Mogador con el todavía recuerdo tatuado en sus neuronas, reflejantes del mito mogadoriano, de sus casas, de sus alcobas sin puertas, abiertas a patios interiores y éstos a su vez al cielo: donde todo lo exterior está adentro y todo lo interior está fuera, visitando inesperadamente con sus deseos cada esquina de lo natural, lo que desprende reflejos. Descubre ARS la esencia del grito en el deseo satisfecho, el calambre sostenido, el silencio sostenido por el valle del silencio sordo y ...sostenidamente intemporal. todo sostenido...Por un momento siento un relámpago por mi espina dorsal del miedo, como la calificaba el gran Félix Grande.
Decía al principio mi desconfianza sobre si el libro estaba felizmente encuadrado en lo erótico por ser más que todo ello, apoyándome en el reflejo más superficial que para mí posee "lo erótico", celofán de en muchas ocasiones un estéril advenimiento. No hay personas eróticas, ni deseos eróticos, solo personas que desean personas en sus 360 º de superficie deseante. Como tampoco hay un lecho y una penumbra ardiendo de delicadeza sino que en él se desenropa la lujuria y braman los cuerpos para dar comienzo y fin, o fin y comienzo. Solo eso.