Comenté hace unas fechas que hablaría del lunar de Jassiba del que habla ARS en su capítulo sobre La Torre de las Granadas por boca de quien tuvo que convertirse en voz para habitar el cuerpo de su amada, y buscar en ella su paraíso, su jardín único y secreto, ¿o fue ARS quien en realidad...?. ¡Qué más da...!. El caso es que él descubrió aquel lunar diminuto reinando en uno de su labios. Ella le confesó que también su abuela, la que fue señora de aquella habitación, la que se declaró ferviente aprendiz de jardinera, poseía uno en el mismo lugar en donde ella lo tenía, y que había sido motivo de poemas de enardecidos enamorados de su cuerpo y de su alma, sin que a ninguno de ellos ella les hubiera otorgado la más mínima esperanza de poder acceder ni a uno ni a la otra.
Sobre una de las mesas vio una escena insólita en papel fotográfico. Era su abuela desnuda junto a Hawa, su mejor amiga. Por ella conoció a su abuelo, Juan Amado, rendidamente enamorado de Hawa pero al que a su abuela arrebató de su pensamiento para hacerlo suyo solamente. Cuando el abuelo falleció, su mujer escribió con seudónimo de hombre, la historia de su vida, el relato de un hombre poseído por sus deseos. Le contó también que de pequeños, la abuela les contaba cuentos bajo un árbol de granados: "Cuando mi abuela contaba una historia hasta el viento se detenía a escucharla. Ella abría un hueco en el viento, como si de pronto un segundo se convirtiera en una fruta madura partida por la mitad, y en ese territorio apetecible nos atrapaba con el sabor de sus palabras. No importaba entonces qué hora fuera. Era la reina del tiempo". Jassiba, en vista del gran interés que le estaba generando la biografía de su abuela le enseñó un cuaderno con una granada pintada en su carátula bajo la cual había escrito: Mis granadas. El jardín de mis caprichos.
Al azar le leyó un par de párrafos que aludían al fruto del que había hecho su tótem. Uno de ellos, según cuenta ARS, dice así: " Es una fruta oasis, jardín cultivado en secreto de una cáscara. Como la intimidad compartida en el cuerpo de quien se ama. Es la fruta de Los Sonámbulos. En ella está la voz de tierra del deseo. Esa voz que sembramos y hacemos crecer en nuestros cuerpos y en aquellos que amamos". Le preguntó quiénes eran Los Sonámbulos, y Jassiba le contó que eran personas que sin saberlo tienen en su cuerpo una cualidad extraña que los hace desear con intensidad absoluta a otras personas de su misma condición. Algo así como una casta secreta con un apetito sensual desmesurado. No una sociedad secreta sino una manera de ser que se hereda y se cultiva.
Hoy, en otro tiempo posible o real, tal vez... Sonámbulos son/somos los que saben de la finitud, de la terrible, desasosegante e inútil nostalgia de un pasado al que nadie le es fiel, de la importancia que la imaginación tiene en nuestra vida real y de la jerarquía que poseen esos hálitos de aire impoluto impregnado de jazmín que hace reaccionar nuestro espíritu sin que los que nos circundan puedan notarlo.
Qué razón. Cómo me agrada reivindicar mis pensamientos en boca de otros...
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