Estar vivo es una suerte. O una posibilidad. Preveer que la vida sale a tu camino sin haber pensado que podría no haberlo hecho obliga a sentirte más responsable frente a quienes no han contado con ejercer este acto voluntario y en ocasiones maldito de pensar. Mientras escribo estas letanías que me dicen, ayudan a caminar, miro desde mi ventana el cielo, hoy algo encapotado, indeciso en si ha de abrirse a descargar el exceso de amarguras que almacena entre sus nubes o seguir viajando hacia donde otros necesiten con mayor grado sentirse beneficiados con su vómito plañidero.
Y me reitero hoy en que debe concederse una amnistía total a las culpas pasadas. Oigo demasiadas conciencias dañadas por este ejercicio excesivamente incrustado en sus mentes para no obtener ningún rédito con ellas... Y dejarse de lamentaciones y resentimientos. ¿Cómo se vive en el ayer...?, ¿alguien lo sabe?. Como tampoco cómo se vive el mañana. Nadie sabe cómo será... o si será tan siquiera.
Por ello habita en todos los de nuestra casta el deseo de la vida, la que no es tal hasta que se la ama y se es por ella amado, cada día, cada minuto... deseante.
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