Tarik dijo que el amor, como la alfarería, son ciencias experimentales que tienen a los cuatro elementos como materia prima: aire, agua, fuego y tierra. Todas dan y quitan con desenfado en la intensa transformación de la materia prima de la vida, que son la cerámica y el amor (recogió ARS en uno de sus escritos).Hacer el amor, no practicarlo, transforma. Se sale de los brazos amantes como del horno, que conjugó los elementos hasta hacerlos uno. Una pieza bien lograda es tanto la realización de un sueño, como pie para uno nuevo, que lo suspende y le solicita ser alcanzado, como si fuera una leyenda de las mil y una noches.
Añade el cronista, que una buena obra de barro es un recipiente que graba todo lo que somos y lo que deseamos llegar a ser, nuestras alegrías y angustias, nuestras miserias y victorias, las reales o las imaginadas, que para cada uno son de igual valor. Y son tan reales que ante ojos que saben ver, eso se vuelve evidente, posiblemente porque el tiempo posee otra dimensión para el vidente, que no visionario. Dicen que un prestigioso ceramista chino podía saber, al tocar una porcelana, exactamente qué canción estaba pensando el gran maestro que la creó. En el amor sucede lo mismo, todo lo que somos lo estamos comunicando con una caricia, con un beso, con una mirada que dice lo que las palabras aún están confabulando revelar.
Y cuando los amantes han salido del horno de su encuentro, añade el maestro Sonámbulo, deben tener sumo cuidado para no quebrar la pieza que han concebido y que son ellos convertidos en amantesamados. Porque la memoria del amor es frágil, y cualquier torpeza, fealdad o desatención rompe el barro de un bello vínculo al instante. No se olvide, aunque todo cambie.