sábado, 24 de noviembre de 2018

ACTIVOS ADICTIVOS



Imaginó el hammam donde Kadiya estiró su brazo izquierdo hacia Fatma, impregnado de los vapores de un agua ajazminada, deseoso como en una ceremonia secreta de la que todos y nadie es invitado. Podría haber inventado un registro poético de las señales de la sutileza amatoria, de esa arquitectura imaginativamente real que únicamente conduce a ese final transitorio que aplaza ese próximo encuentro de húmedos cuerpos, de ese mapa corporal tanto externo como imaginativo que junta y separa, niega y afirma, conoce y re...conoce... Desgraciadamente el hammam era solo para ellas, para sus secretos...
Y él quería negar lo obvio, lo que se sueña ajenamente y propicia el resucitar juntos, pero la imposibilidad de que la realidad subrayaba su ausencia provocándole ese desasosiego tan conocido por los amantesamados deshacía cualquier negación y amanecía lo evidente. Nunca el amadoamante piensa en lo quebradizo, el sobresalto que acompaña la amenaza de un mal despertar. Solamente, reconocía, como dice en uno de sus libros mi admirado ARS, la existencia de esa planta llamada impaciencia, con tallos frágiles y hojas afiladas que se dirige hacia la luz, apartando cualquier suavidad emanante de tactos entregados y delicias contrastadas. Lo que desea lo exige, lamentablemente, porque lo preferible del deseo son esos preámbulos, esas dudas, esos acercamientos que pretender ser esa certeza a la que nadie inteligente reniega. Se es responsable siempre de lo que se dice pero también de lo que no se dice y solo se piensa-decía Confucio.

Por mucho empeño que nos impongamos en negar lo evidente es difícil desnudarse sin quitarse la ropa que nos ha calentado, caracterizado, dulcificado una piel en ocasiones ausente. Es por ello imprescindible la reflexión, con el inconveniente de que se pliega en uno mismo, y éso, en ocasiones puede provocar dolor. Del cuerpo, la mayoría de las veces solo se ve el exterior, y una inmensa mayoría piensa que no es intuyente que pueda existir un interior en él, y....siempresiempresiempresiempre lo hay. Todos los cuerpos están llenos de citas, y no todas son de Platón...

sábado, 10 de noviembre de 2018

SIN PRETENDERSE


Hace unos días, paseando hacia una actividad social agradable, una exposición de pintura, en donde iba a reunirme con amigos y en general personas interesadas en aspectos que no son imprescindibles para vivir pero que facilitan mucho el acto del mismo verbo: la vida, pasé por un portal en el que había varias placas de profesionales que allí desempeñaban su trabajo. Una de ellas me llamó la atención. Decía: "Consulta de sueño. Estudio de sueños nocturnos". Por supuesto pensé que se trataba de una consulta de neurofisiología en la que se estudiaría si existe algún problema físico a la hora de dormir, una apnea respiratoria (dejar de respirar por un período breve de tiempo), o problemas psíquicos como el estudio sobre terrores nocturnos asociados al reposo..., pero nunca se me había pasado por la mente que se anunciara el estudio del sueño como tal, así de frente, sin una elaboración oral previa para conocer al individuo, saber de su vida, su trabajo, sus relaciones, su personalidad, etc... Y tal vez no sea así sino todo lo contrario...
El sueño como tal es muy complicado de analizar, es esa semilla que germina cuando y como menos se espera. Una fuerza sobrenatural guía ese posible big bang neuronal  que solo puedo compararlo con la unión de dos personas cuando sienten que el deseo entre ellos es más fuerte que cualquier otra fuerza de la naturaleza. Y aún así, el deseo, incluso si quiere ser desplazado por inconveniente, echa raíces que se introducen por debajo de las puertas, cubre las ventanas, se asoma por la puerta de manera cínica, como si fuera algo totalmente natural incrustarse en sus vidas. Y se resiste hasta que un día el ambiente y la luz son en exceso indiscretos y la escabrosidad de raíces son como una lluvia mortecina que no cesa, silente, lenta, y toma posesión a sus anchas y prosigue su crecimiento y sucede lo inevitable.
Soñar siempre comporta una dualidad, un compromiso con aquello que provoca sin saberlo, desconociéndolo... Gustave Flaubert escribió que: de tanto mirar una piedra, un animal o un cuadro, siento que entro en ellos. Probablemente algo de eso me sucedió esa noche. En uno de los libros de ARS,  comenta que Gastón Bachelard  afirma que el jardín de Michaux es más completo por ser más diminuto. Está convencido que en la ensoñación poética sobre la materia hay invariablemente una paradoja: el interior de un objeto pequeño siempre es más grande y emocionante que uno inmenso. Desconozco la base que sustrata tal afirmación y si en este caso puede compararse, pero aquella noche soñé y supe al día siguiente qué soñé. Y necesité con premura leer aquella página 132 del libro de ARS en donde se describe parte de mi deseo misterioso. Es más que posible que alguno de aquellos cuadros oferentes a los ojos de todos los que allí nos reunimos fuera el causante de que el viento y las flores se batieran con fuerza aquella velada nocturna y que aún rememore con dudas aquel sueño aunque no reconozca a los intérpretes o a los oferentes, y que la próxima vez que pase por aquel portal ni me fije en esa placa dorada que una noche me hizo detener el curso de mis pensamientos ensimismados.

martes, 6 de noviembre de 2018

PASABA POR AQUÍ ...



Él lo sabía desde el mismo instante en que partía con incierto destino: la distancia mínima entre dos no deja de ser una distancia. Y siempre la hay. Si hasta en ocasiones, piel contra piel deja pasar suspiros...cuando el alejamiento es mayor llega un instante en que el olvido prescribe la búsqueda furtiva, ese sueño de que nada importa sin tenerle, que no hay nada antes ni probablemente ya después. Es por ello que aprovechaba cualquier segundo que marcara el reloj aquél que compró en Myanmar, que nunca le informó de la hora exacta y que le recordaba constantemente aquella tarde visitando Hsinbyume, la colosal pagoda blanca rindiendo tributo al mitológico monte Meru; lo situaba entonces en aquel beso profundo y enérgico con los labios dilatados entre sus piernas, escondidos entre la maleza, siendo la sonrisa más profunda nunca mejor brotada de su boca. Y en aquel momento sólo importaba tenerse y ser tenido, poseer y ser poseído mientras duraban las dos sonrisas.

Esa presencia sonriente explicaba cómo, en el amor, lo de arriba puede estar abajo lo de antes puede ser futuro y lo que vendrá, historia...tal vez. Y mientras él la miraba con ojos sonrientes, traviesos, retozones y misteriosos al mismo tiempo seguía rememorándola en aquel hotel de Taipei, en el distrito de Da´an decorado profusamente como les dijo el uniformado conserje plagado de charreteras,  con muebles de la dinastía Song, viendo la enorme ciudad a sus pies, escuchando una suave melodía de guzheng y creyendo que la distópica jungla que se veía allá abajo, a cuarenta pisos bajos sus pies nunca sentiría la felicidad que en aquel intervalo, como el vuelo de una mariposa...estaban sintiendo los dos. 
Los viajes nunca son un sueño ajeno. En cada uno se quiere quedar para siempre, dejar una impronta de sentimiento, de deseo compartido en cada pared que las circunda, como en Mogador que todas sus calles tienen un significado para el amanteamado...
Escuché decir a alguien una vez que quien no ha ardido nunca, no sabe lo que es el fuego, pero lo supone. No estoy de acuerdo en absoluto: no es que nos venga grande lo que no somos, es que nos cuesta reconocer lo que somos.

domingo, 4 de noviembre de 2018

DUDAS INRAZONADAS


Sintió repentinamente que algo había sucedido, que el tiempo, como dicen los malos guionistas de películas de tercera, se había detenido al verla. Decidida aunque tímida se acercaba arrastrando un perfume amizclado y tibio que envolvía aquella cita espontánea. Le contó alguien, muy sabio en este tipo de situaciones, que cuando esto sucede, en algún otro lugar del universo explota una estrella o que en el norte de Canadá comienza la extraña migración de doscientos millones de mariposas que cruzarán cinco mil kilómetros para pasar el invierno entre volcanes apagados de Méjico, o que todas las nubes se retirarán del cielo parisino para dejar pasar rayos de luz desconocidos hasta ese momento solamente habitados en el desierto del Sahara mientras se oye una canción de Jeanne Bourgeois, (más conocida como Mistinguette), o que un pintor con miles de horas a la espera de la inspiración cubrirá lienzos de espejismos etéreos llenos de sonidos de sombras largas... Desdijo aquel momento la frase de un nostálgico enfermizo de desdicha que le comentó que los encuentros, incluso los menos infrecuentes, son improbables. Dejó de ser memorizable para él. Sabía que en la melancolía hay demasiado yo. 
Solo sabe el Sonámbulo que quien cuestiona la verdad puede amarla, y que a nuestros semejantes, posiblemente también les suceda la misma proliferación de advertencias para dudar qué camino seguir. 
Inconsciente no siempre significa involuntario y tener horizontes ayuda siempre a ver de cerca...

(continuará... algún día)