Imaginó el hammam donde Kadiya estiró su brazo izquierdo hacia Fatma, impregnado de los vapores de un agua ajazminada, deseoso como en una ceremonia secreta de la que todos y nadie es invitado. Podría haber inventado un registro poético de las señales de la sutileza amatoria, de esa arquitectura imaginativamente real que únicamente conduce a ese final transitorio que aplaza ese próximo encuentro de húmedos cuerpos, de ese mapa corporal tanto externo como imaginativo que junta y separa, niega y afirma, conoce y re...conoce... Desgraciadamente el hammam era solo para ellas, para sus secretos...
Y él quería negar lo obvio, lo que se sueña ajenamente y propicia el resucitar juntos, pero la imposibilidad de que la realidad subrayaba su ausencia provocándole ese desasosiego tan conocido por los amantesamados deshacía cualquier negación y amanecía lo evidente. Nunca el amadoamante piensa en lo quebradizo, el sobresalto que acompaña la amenaza de un mal despertar. Solamente, reconocía, como dice en uno de sus libros mi admirado ARS, la existencia de esa planta llamada impaciencia, con tallos frágiles y hojas afiladas que se dirige hacia la luz, apartando cualquier suavidad emanante de tactos entregados y delicias contrastadas. Lo que desea lo exige, lamentablemente, porque lo preferible del deseo son esos preámbulos, esas dudas, esos acercamientos que pretender ser esa certeza a la que nadie inteligente reniega. Se es responsable siempre de lo que se dice pero también de lo que no se dice y solo se piensa-decía Confucio.
Por mucho empeño que nos impongamos en negar lo evidente es difícil desnudarse sin quitarse la ropa que nos ha calentado, caracterizado, dulcificado una piel en ocasiones ausente. Es por ello imprescindible la reflexión, con el inconveniente de que se pliega en uno mismo, y éso, en ocasiones puede provocar dolor. Del cuerpo, la mayoría de las veces solo se ve el exterior, y una inmensa mayoría piensa que no es intuyente que pueda existir un interior en él, y....siempresiempresiempresiempre lo hay. Todos los cuerpos están llenos de citas, y no todas son de Platón...
Por mucho empeño que nos impongamos en negar lo evidente es difícil desnudarse sin quitarse la ropa que nos ha calentado, caracterizado, dulcificado una piel en ocasiones ausente. Es por ello imprescindible la reflexión, con el inconveniente de que se pliega en uno mismo, y éso, en ocasiones puede provocar dolor. Del cuerpo, la mayoría de las veces solo se ve el exterior, y una inmensa mayoría piensa que no es intuyente que pueda existir un interior en él, y....siempresiempresiempresiempre lo hay. Todos los cuerpos están llenos de citas, y no todas son de Platón...