El verdadero Sonámbulo, como sostiene ARS, posee el acierto de ser insomne para instaurarse en su interior, conocer profundamente sus debilidades, aquellas que le fortalecen al amar, y las otras, las que le provocan dolor cuando ama enteramente ( Te amo tanto que me duele... le dijo en varias ocasiones) . Sabe que la noche no es lo contrario del día sino su parte secreta, aquélla que tan solo él conoce y deja conocer, como el orfebre que trabaja en la esquina de su taller, frente a la pared, distanciándose del ruido, arañando el silencio para que su sueño brote de sus dedos deseantes de belleza. Y será por ello que la oscuridad le parece maravillosa para ver sin reflejos, sin focos que deslumbren, sin que sea la desmemoria del día siguiente de los borrachos. Leyó que escribió Robert Graves : "No dormí toda la noche, por puro placer, sin contar ovejas ni escuchar campanas, dando la bienvenida a la confabulación del amanecer".
Un maestro con el que se cruzó en el camino le dijo que el pasado solo lo es cuando se le deja pasar, que cuando le acompaña lo enriquece, le ayuda a encajar el puzzle de la vida, a saber diferenciar la sonrisa de la sonteza, ese neologismo que no toleraría la RAE y que bien traducido habla de tristeza reciclada pero que no engaña a nadie.
Me contó alguien que en ocasiones la miraba y sentía ese desgajamiento que deben sufrir quienes son despellejados en vida. No creía en la felicidad que sentía, en ese fluir de palabras que poseen los que tienen mucho de qué hablar y que conviene por ello elegir, distinguir y diferir. Y él desconocía la forma, no le habían enseñado o ya era demasiado tarde para aprender. No le daba miedo el mar. Temía la orilla...el despertar del insomnio al que se había abocado...
Me contó alguien que en ocasiones la miraba y sentía ese desgajamiento que deben sufrir quienes son despellejados en vida. No creía en la felicidad que sentía, en ese fluir de palabras que poseen los que tienen mucho de qué hablar y que conviene por ello elegir, distinguir y diferir. Y él desconocía la forma, no le habían enseñado o ya era demasiado tarde para aprender. No le daba miedo el mar. Temía la orilla...el despertar del insomnio al que se había abocado...