domingo, 22 de mayo de 2016

APRESURADAMENTE DESPACIO...


En ocasiones, la poesía es más sincera que la propia historia, y no porque perfeccione lo imperfecto, sino por todo lo contrario. La perfección siempre oculta la verdad, esa palabra que sobresalta más que tranquiliza, que acuna tópicos de lo que está ausente. La perfección nunca se muestra discreta aunque parezca esforzarse en ello. Busca la aprobación y la reproducción para saberse primigenia.
La memoria bien elaborada no es nunca solamente un recuerdo, es la transcripción modificada de un deseo, la vitalmente anunciada creación de lo que pudo existir y posiblemente fue.
Me dijo alguien que era muy sabio: "Crecer es aprender a esperar". Y yo sigo esperando para entender qué es lo que nos acuna hasta encontrar esa satisfacción que profesan aquellos que caminan con la mirada serenamente perdida, apresurándose despacio hasta el quicio de esa puerta que conduce a lo que cada uno se ha construido en toda una vida.

lunes, 9 de mayo de 2016

TIEMPO Y SILENCIO


Existe la creencia de que el tiempo se mide con los relojes. Y sí, es cierto, como también lo es que los humanos nos medimos la vida por las sensaciones que hemos tenido, intemporales e inmedibles paradójicamente. Para unos, que se detuviese la noche pudiera ser tan solo una herramienta literaria y nunca convertida en real. Para otros, en cambio, es ese reloj dentro de otro reloj que late al compás de melodías  todavía no  compuestas, de nubes que son alcanzadas por manos imaginadas hasta encontrar ese espacio del que nadie regresa como fue y al que todos anhelan conocer aunque solamente sea una vez en la vida. 

El tiempo no es siempre un regalo, en ocasiones es una restitución.




Háganse un regalo: Oigan Tiempo y silencio, de Cesarea Evora con Pedro Guerra.

domingo, 1 de mayo de 2016

LA SOLEDAD NÓMADA



Se dice en Los jardines secretos de Mogador, que dentro de todo lo que miramos hay un jardín, y que el primer jardín de todos los jardines posibles está en la palma de la mano, siempre y cuando seamos capaces de sentirlo cosquillear intensamente.

Y siempre es así, aunque siempre sea distinto, por más que sea incomprensible pensar que cualquiera puede resucitar su deseo eternamente muerto desde la última vez que fue ajusticiado. Nos cuesta soñar que estamos dormidos, de igual forma que no se venden palabras en las ferreterías.  A partir de cierto punto, todo comienza otra vez, como la vida que se nos va para regresar, hasta el último día, hasta el último segundo.

El humano es pobre porque ha nacido para la soledad sin saberlo, hasta que en el silencio de su gran ausencia se oye en la noche, entre sus sábanas, entre sus pensamientos inencontrados, sueltos, deshilachados de dolor al reconocerse solo... pobre... paupérrimo... Se debe escuchar a diario el halaiquí mogadoriano para sentir el mundo de Jassiba de forma laberíntica, espaciada y a dos, nunca más de ese número creado para nunca sentir soledad.