viernes, 24 de julio de 2015

DESAZÓN, TURBACIÓN, ANSIEDAD, ZOZOBRA...IMPACIENCIA


La impaciencia es una respuesta a la sensación de miedo que produce pensar en no llegar a conseguir lo que se desea, a no ver, tocar, saborear u oir aquello que tanto tiempo se ha estado esperando obtener... Podría denominarse también fragilidad, conducto a la ilusión de controlar no sólo el resultado, sino cómo ese resultado se ha de lograr. Es un guión perfecto dentro de la imperfección que es la propia vida... El impaciente sufre mucho, silenciosamente, porque sueña con su realidad en un presente que todavía está por llegar. Hace años leí a un gran pensador, que la autopsia es más incómoda cuando por impaciencia se practica antes de que algo o alguien esté finiquitado. Y es que la vida serena prolonga la duración de cada instante.

Dice un proverbio zen: Si comprendes, las cosas son así. Si no comprendes, las cosas son así. 
Allí está la respuesta para el impaciente, en su propio interior, en conocerse y saber cómo vencer su defecto, aquel que le hiere sin cesar, porque las heridas que no sangran traen sus propias gangrenas, las más peligrosas, las que destruyen sin capacidad de respuesta. 
Entender que cada situación lleva su propio timing es producto de la sabiduría que nos caracteriza a los humanos, como saber que la verdadera cercanía entre las personas siempre se mide con palabras, por ello posiblemente hay tanta cantidad  extranjera en el mundo de las pasiones que ni siquiera son de otro lugar. 
También puede ser que ese cuerpo del humano haya sido teñido de excesivo número de ausencias y por ello todo se cogiera con miedo a perderlas, con fuerza, y al mismo tiempo con suavidad, como si se temiera también romperlas.

Fue Kant quien dijo  que la paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia, la debilidad del fuerte. Puede ser. Lo que calla el filósofo es que el impaciente pierde fortaleza por el camino, confunde inconscientemente, hasta que no hay ya forma de subsanarlo, deseo con apetito, y hace de la inquietud, de la impaciencia, la insatisfacción permanente. Y ahí, solo hay dolor, y siempresiempresiempresiempre para el mismo...

domingo, 19 de julio de 2015

DICHO QUEDA



La vida está plagada de intervalos. Es Interlude, como en la película de Sirk, que leí no sé donde le entusiasmaba a Fassbinder, o tan turbadores como una Greta Garbo en la involuntariamente onírica adaptación de Pirandello As you desire me. Los intervalos desasisten la vida tal y como la entendemos. 
Hay días que los intervalos son más frecuentes, como cuando leo aquel capítulo: Los nueve bonsáis, de ARS, en donde la lírica del deseo ennoblece cualquier disparatada acción que los sonámbulos piensen pueda recrearse: "Soy ese agua terca que busca noche y día todas tus raíces" o "En tu sol negro con ansia me devoras grito encendido".

La existencia no se entiende, no puede entenderse, sin un fin, exigente o circunstancial, pero siempre con una orilla a donde pensar llegar. Aunque para algunos sea quimérica, fantástica, artificial, irreal, imaginaria, para el existente sí es posible. Y ésto, aunque parezca no tener relación... me lleva a un verso del último librito de Cristina Peri Rossi: "Hacerte el amor es una manera -torpe- de decirte que te quiero".

sábado, 11 de julio de 2015

LA ESPIRAL DE SUEÑOS NOS CALIFICA


Debió aceptar que los sueños siempre nos acompañan. Aunque no se admitiera la existencia del subconsciente, aunque la soberbia anidara en su mente de esa manera sufriente que tanto caligrafía a los humanos... Tendría que haber consentido que los sueños forman parte de los Sonámbulos, figuran en su ADN, por mucho que se intente anular tal sentencia. Ellos no son una secta sino una casta, esa palabra denostada por el mal uso que se ha hecho de ella, de la palabra, pobrecita... no tiene ninguna culpa de existir en nuestro vocabulario...Y es tan bonita... Y tampoco es una sociedad secreta, sino una naturaleza y un destino.  Los sueños, en los Sonámbulos, modelan una espiral que une sensaciones, continentes, posibilidades, y siempresiempresiempresiempre... voluntades.
Debió aceptarlo...
Hay cuerpos que parecen almas. Lo sabemos. Y como de igual forma que hay jardines que detienen el tiempo y lo borran (Los jardines secretos de Mogador. Alberto Ruiz Sánchez), hay interiores que borran cualquier atisbo de realidad externa, la metaforizan, la evitan para seguir teniendo momentos felices.
Debió aceptarlo...