domingo, 28 de febrero de 2010

LA FLOR OCULTA.


Cuenta ARS en Los jardines secretos de Mogador (Alfaguara 2002), un consejo que Aisha dio al protagonista cuando Jassiba le pidió que buscara para ella los jardines:
"Sal de tí mismo y vuelve a tí cuando seas otro. Sin darte cuenta ya habrás regresado a tu paraiso. Vuélvete una voz, un eco nueve veces repetido. Nueve como el dibujo de la espiral que nunca termina y se vuelve sobre sí".
En la Plaza Abierta del Puerto escuchó a un halaiquí contar una historia que se parecía mucho a la suya. Era la de Juan Isidro Labra, jardinero nómada que había oido hablar del Ryad de Mogador como uno de los jardines más asombrosos que existían. Él había recibido la respuesta del Jardinero Mayor de Mogador al que había escrito para transmitirle su deseo de conocer dicho jardín. Lamentablemente él había muerto y su hija, Jassiba, le contestó animándole a ser recibido.
Ella le fue enseñando cada una de las terrazas, maravillas únicas por desconocidas para Juan Isidro Labra. Caminos que parecían obsoletos se abrían finalmente a una flor escondida junto a una tapia. Colores de plantas híbridas que serían la envidia de la paleta de un pintor brotaban en esquinas de pasillos centrales. Probó dátiles de sabor diferente al que él conocía, con algo incierto de anís y guayaba.
Coquetamente ella le fue descubriendo cada rincón del jardín de una forma tal que se adivinaba el deseo carnal que iba a ser real en un momento dado, aquél que la naturaleza halló para acurrucarles y que él pudiera observar y tocar otra flor escondida de aquel jardín de deseo, aquella flor solar de la que habla el capítulo.
Cada uno llegó a ese instante, el que sella una concatenación de lenguajes no traducidos pero sí entendidos, de la manera más espontánea, llamados por respiraciones cautivas, músicas salivares, tactos palpitantes.
Fue a partir de entonces cuando Jassiba y su amadoamante pasarían a cambiar su anatomía como el alfarero hace con el barro. Ella creció jardín. Sólo él sabría de qué manera reinaba en ese jardín la flor solar, la flor hipnótica de su sexo.

sábado, 27 de febrero de 2010

EL TEMPLO DE LO INVISIBLE.


En su libro En los labios del agua (Alfaguara, 2005), ARS cuenta cómo Aziz escribió su Tratado de lo invisible en el amor, un ensayo hacia llegar a su amor, Hawa. Al parecer, Aziz pensó en titular sus libros con algunos versos de un poema muy conocido en Mogador:
Muerde mis labios
y quédate en ellos
como
los nombres del aire
en los labios del agua.
Tócame la lengua
y arde cantando
como
la danza del fuego
en la piel de la tierra.
Este libro trajo como consecuencia que el emir de Mogador (también sonámbulo) mandara construir un palacio (hoy ya destruído) al escucharlo de los labios de una de sus amantes. El palacio debía tener la imagen concreta de sus palabras ondulantes. De India, donde visitó los templos de Khahurajo, inspirados bajo la dinastía Chandela, en el estado de Madhya Pradesh, donde esa casta gobernante se decía descendiente de la luna, recordó sus imágenes eróticas, de amores sinuosos y eternos. En su religión, hacer el amor era indispensable. Y fue por ello que el emir decidió construir el palacio, recubierto de versos amorosos, en una de las playas de Mogador. Lo llamó El Templo de lo Invisible.
Aunque Hawa no pudo contemplarse, múltiples Hawas fueron cinceladas y colocadas en todos los extremos del palacio.Él, Aziz, supo que era el templo de su amada, aunque no puede verse en su libro. La estructura del edificio fue en espiral, de tal forma que cuando se entraba en él se fusionaba con los hombres y mujeres que participaban en el ritual del deseo, porque el palacio era el deseo y todos sus habitantes lo creaban en su esencia.
Hoy, seguro, en la Plaza del Caracol se continua hablando de aquel palacio, de lo que escribió Aziz que pasó en él y de lo que deseó fuera escrito en la piel de su adorada Hawa. Los tonos de las voces emergentes de los labios de sonámbulos calman al eterno amanteamado que persiste en el cuerpo de otro amadoamante para llegar a ser uno con su Hawa.

domingo, 21 de febrero de 2010

REMOLINOS SONÁMBULOS.


La Plaza del Caracol es el lugar de Mogador de donde salen todas las historias, todas las misiones, todos los dogmas, todos los amores y todos los deseos. Dice ARS en Nueve veces el asombro (Alfaguara 2005), que todos esos hilos viajan invisibles en el viento hacia la Plaza y que a ciertas horas se forman remolinos. Yo pensé cuando la ví que eran nuestros pensamientos, sonámbulos también, que pugnan por hacernos ver que están ahí, enérgicamente vivos sin que los años hayan dejado reclutas de ejércitos de la muerte que impedieran que concibiéramos más descendientes de nuestro linaje.
Todas las tardes, a eso del anochecer, se acercan los de siempre y los que nunca antes conjeturaron que podrían estar allí. Han sido empujados por mandatos codiciantes de salvar almas, universos interiores que desconocen saben que se poseen y que otros sonámbulos perciben necesitar ser presentados para continuar tejiendo el paño de colores que un día se verá desde donde miran todas las noches mientras su espalda se tiñe de arena atlántica.

jueves, 18 de febrero de 2010

EL ARGANO COMO SÍMBOLO.

Relata ARS en La mano del fuego (Alfaguara 2008) el episodio de cuando descubrió la planta del argano (Argania spinosa). De pronto, viajando ya cerca de Mogador por tierra vio cabras subidas sobre árboles de los cuales comían unos frutos pequeños. Curioso, preguntó a un joven marroquí que viajaba junto a él en un pequeño autobús. El argano es como un milagro, le informó. Les llaman plantas derrochadoras. Encuentran agua en donde otras plantas perecen. Sus raices crecen a mayor velocidad que sus ramas y profundizan la tierra hasta encontrar agua por muy profunda que se encuentre. De sus frutos se extrae un aceite que se unta y come. Es un tesoro gastronómico que crece desde los límites de Mogador hasta el sur de Agadir. Se le atribuyen muchos beneficios, desde poderes benéficos para la piel, usado en los hammamas, hasta estímulos afrodisíacos e incluso hasta curar el cáncer de próstata. Pero él insistía en lo curioso que era que las cabras subieran por él hasta sus copas. Pero, ¿... y qué tiene las cabras?, le contestó extrañado el joven...?. Y es que él ni las contemplaba ya. Formaban parte del paisaje.- Pues que están sobre las copas de los arganos.... le replicó. A lo que él joven le contestó: Pero si las cabras siempre están en los árboles...
Y es en ese momento fue cuando ARS pensó en la multitud de cosas que se nos hacen invisibles cada día, cuántas interesantes que no se ven porque, justamente, se las ve a diario...
A mí también me hace reflexionar lo invisible que se me vuelve lo cotidianamente hermoso, esas manos que se tocan a diario dejando huellas abstractas en la mente de quien las toca, esos besos húmedos que por serlos frecuentemente habituales han pasado a ser ya no extraordinariamente deseados, esa mirada furtiva y peligrosa que ya está huellecida en el paisaje de lo que un día fue polaroid y hoy es imagen digital...
Hacer del asombro una regla de vida es lo que se propuso el inventor de la casta, mantener la ilusión del momento cada instante es lo que perpetuamos los sonámbulos discípulos, de la misma forma que hace el argano, que allá donde se propone nacer se estimula con el deseo de ser crecido y proporcionar su tesoro a quien se atreva a recogerlo, introduciéndose en la aridez del terreno, buscando, escarbando con sus raices hasta dar con el líquido que le permita desarrollarse y darse, como un amante hasta ser amado.
Son en las expectativas donde anida verdaderamente el amor, su primer aleteo brota más en la apetencia que en el logro.

domingo, 14 de febrero de 2010

CASTA Y HEDONISMO.


A los sonámbulos se les tilda frecuentemente como practicantes devotos de la cultura hedonista. En cierto modo es verdad. Pero con matices. Entienden que al placer de la vida no solamente puede accederse, sino que debe accederse. No obstante, ha de hacerse con soltura, livianamente porque controlarlo sin más... poseerlo desaforadamente incluso como se insiste en nuestra cultura capitalista resulta patológico para esta casta. Lo supieron ya los clásicos. Intentar calmar los deseos mediante la posesión es tratar de apagar el fuego echando paja, escribió Pitágoras. Porque la pulsión posesiva lleva consigo violencia (Sartre llegó a decir que la violencia es el camino más corto para lograr cualquier deseo...), y no. Los sonámbulos son enemigos totales de la violencia. El deseo ha de caminar con nosotros, dicen, animando nuestra existencia, borrando angustias y precipitando futuros inciertos que mientras se desarrollan en sus mentes acercan nuevos pensamientos positivos.
Sin embargo, no se engañan, saben que todo corre heráclitamente, y que la realidad les acostumbró a los naufragios, a adioses definitivos, a olvidos de momentos que un día les parecieron inolvidables. Me trae a la memoria un epitafio escrito en el cementerio de Deià por una amante sobre la tumba de su amado: "Tout passe, tout lasse, tout se casse et tout se remplace". Lo amó pero debía seguir amando, por ambos, para que se comprendiera que la apuesta de amar es siempre responsablemente irresponsable.
La soledad del abandono impuesto, el autoabandono también, no debe nunca oler a jazmín, nunca sonar a oboe, sí a esperanza, a posibilidades, porque en realidad el ser humano, y los sonámbulos lo saben ciertamente, ama de la vida sus posibilidades, sus futuribles que en realidad son deseos encubiertos. En cierta forma, ahuyentan el miedo ensanchando su corazón y escuchándolo después, dos ejercicios ampliamente ejecutados por esta casta...

miércoles, 10 de febrero de 2010

EN BUSCA DE LA TERAPIA MOGADORIANA.


Se lee en el libro Nueve veces el asombro (Alfaguara. 2005), de ARS, que a Mogador desde el mar se la reconoce antes incluso de haber llegado porque es una ciudad que nos toca sobre todos los sentidos. Nadie llega a Mogador por casualidad. Se desea su llegada y se espera el advenimiento del viajero que acude en proyectada búsqueda de sosiego y serenidad de sentimientos.
En cuanto se hace la primera noche sobre la ciudad amurallada comienzan a escucharse sus diálogos reconocidos por el sonámbulo que le murmullan deseos dormidos, mecidos sobre níveas sábanas de pesquisas no dichas, sí sospechadas en sus noches dibujadas en lienzos de infortunios.
El sonámbulo se reinventa y acuña sensaciones desconocidas pero intensamente intuídas y llenas de la angustia que produce el deseo de amar y sentirse amado. Sabe que Mogador será su salvación, su Ítaca.

domingo, 7 de febrero de 2010

ERA SONÁMBULA.


La adultez está a igual distancia de la infancia que de la senectud. Sin embargo, no parece sentirse aprovechada, sí usada. Tal vez porque infancia y juventud quedaron atrás se teme que la realidad se haga a igual velocidad que ese pasado ya, que condena a errores y sinsabores de pérdidas y proyectos fallidos... Y el futuro, ese futuro del viejo que Disraeli calificaba: "Juventud es locura, madurez trabajo y vejez queja" atormenta a quienes no alcanzan a adivinar que el ciclo al que se nos condenó vivir ya ha finalizado. Por culpa ajena o nuestra propia, hemos pasado a ser pasado compulsivo. Y el futuro no puede ser de otra manera que palatino. Sí, palatino, de paladar. Un paladar mental, obviamente. Aquél que se deleite con lo que otrora no pudiera nunca haber pensado pudiera hacerlo. No hay otra forma. La competitividad desaforada ha matado las esperanzas de quienes deseaban ser imbuidos por los engaños de gurús en trajes de Armani. ¿Por qué no se deja de dar culto a las marcas y se busca la calidad por la calidad sin tener que pagar el peaje del apellido?. Ahora, hoy, ha comenzado otra era, la de los que buscan jardines secretos en ciudades secretamente escondidas, la de los que descubren un paisaje por el que han pasado cientos de veces y que ahora les sorprende verlo. Estaba allí pero se rodeaba de una penumbra... ¿o eran ellos los que la llevaban pegada a sus cuerpos?. El paisaje era el mismo, ellos eran otros... Están comenzando a sentirse parte de un diálogo de asombros.

Es por ello que los sonámbulos vuelven la vista a esa ciudad de voces que resuenan y murallas que amplifican y modulan su canto. Mogador y sus moradores sonámbulos persisten milenariamente esperando al alumnado que desee aprender a dominar aquellos impulsos que hacen daño al humano, y en cambio, a dejar galopar sin rumbo fijo a los que le proporcionan la penetración en imaginativos sueños ajenos.

Frente al océano, juran aceptar el desafío que se le presenta e iniciar viajes interiores que les provoquen vida, no que se la arrebaten.

sábado, 6 de febrero de 2010

LA CASTA QUE LUCHA CONTRA LOS MIEDOS.



Había un ratón que le pidió a un mago que le salvara de su pánico a los gatos, a lo que fue complacido por el mago y transformado en gato. Pero al tiempo, comenzó a tener miedo al perro. De nuevo, imploró al mago a que le curase de su miedo a los perros, y éste le transformó en perro. Pero, como perro temía a la pantera, y el mago acabó transformándolo en pantera. Más tarde, regresó a él porque temía al cazador. El mago entonces lo convirtió en ratón. Con gran estupor le preguntó por qué lo había hecho, por qué lo había regresado a ratón. El mago, mirándole fijamente a los ojos le respondió: "Al que tiene alma de ratón, nadie le quita el miedo".
El ser humano no sonámbulo siempre ha tenido miedo a perderse; tiene miedo a perder, que es aún peor... Y casi todo lo que hace en su vida es perder, pocas veces gana. Pierde o no llega, no alcanza, se queda en el camino, se distrae en absurdeces que en estos mismos momentos está perdiendo a raudales... Pierde amores que quiso y le quisieron, facultades por las que fue admirado y respetado, sensaciones que nunca llegó a dominar... Hay hombres que se esfuerzan en alejar tanto la muerte que descuidan lo principal: vivir.
Es peculiariedad del sonámbulo evitar el miedo que le puede atenazar, cohibirle al valor de enfrentarse consigo mismo. Recuerdan todos, que se buscaron muy adentro y se encontraron, se encontró el sonámbulo. Se observó y evitó los nefastos modales que la convivencia con los que no son de su casta le transmitieron, sus inseguridades... sus miedos. Mantuvo con él mismo una batalla de sentimientos hasta derrotarse finalmente y saborear la victoria de la manera más decorosa que existiera jamás: amándose. Porque amándose se ama a los que le rodean.
El miedo a desconocerse es el más doloroso de todos los miedos. Debería publicarse en el BOE de la vida una ley para fomentar que desde niño se conociera internamente todo ser humano, solamente así evitaríamos almacenar miedos injustificados, inexplicados y estériles que atenazan y lo simplifican hasta los límites en los que hoy le vemos...

jueves, 4 de febrero de 2010

UNA PISTA MÁS DE LOS SONÁMBULOS.



Cuenta ARS en su libro En los labios del agua (Alfaguara 2005) que Aziz estuvo a punto de morir a manos de la espada de un sarraceno que irrumpió junto con otros en el hammam matando, pero que cuando lo tuvo delante y haberlo herido, al ir a rematarlo no pudo hacerlo. Dijo: "No puedo cegar la vida de quien es como yo". Luego, en su agonía de estar herido, mientras perdió el conocimiento, soñó que Hawa estaba junto a él llenándole de caricias. A ella afirmaba deberle la vida, y en gran medida los poderes y debilidades que antes no tuvo. En él se desarrollaron más intensamente los sentidos y su incesante apetito por ellos. Por ella recobró la fuerza de escribir con su caligrafía mágica y dejar para siempre un peculiar manuscrito erótico que llamó Tratado de lo invisible en el amor.
Ser cegado por la tiniebla del desamor es lo que los humanos más temen, caminar buscando sin saber qué camino tomar, como el gato que imaginó Lewis Carroll para hablar con la joven Alicia. En cambio, los sonámbulos conocen que las miserias del ser humano no conducen a nada positivo. No hay misión más terrible que poner el alma en una obra que, de antemano, ha perdido su más íntima y evidente razón: ser atendida. Son expertos en olvidar lo superfluo, lo carente, los inviernos, lo transparente. Prefieren sentir en la garganta el agua y al mismo tiempo una sed insaciable que les impida humillar el deseo de cualquier retorno.

martes, 2 de febrero de 2010

CARACTERÍSTICAS SONÁMBULAS.

Le preguntaron una vez a un conocido mío si había hecho algo en su vida que hubiera merecido la pena, a lo que éste le contestó: la pena, no lo sé. Mi pena, sí, y con eso me basta.
En ocasiones puede parecer que la dedicación de las personas a ciertos menesteres es estéril. Más aún si esta querencia pertenece a la sección de las "aparentemente" innecesarias, aquellas que alimentan el alma... a las que algunos dan poco de comer...
Hay apasionamientos que en modo alguno pueden ser enseñados. Hasta dudo que puedan ser aprendidos. Son vestigios comunicativos que deben ser precedidos del destino de fagocitar el conocimiento profundo de la realidad, la de las cosas y las de uno mismo por el propio destino marcado, tatuado en sus neuronas creativas. De lo contrario, no surgirá nada verdadero, solo será artificio, no existirá esa emoción persistente que caracteriza a los sonámbulos.
Nos preguntábamos un día con un amigo el por qué el sonambulismo anida en aquellos que poseen cierta ánima artística, poiesis vitalmente perpetua hasta que dejan de existir... por qué nunca lo será un banquero, por ejemplo... Lo fueron, estoy convencido, San Juan de la Cruz y Velázquez, Picasso y Neruda, y los son Norman Fóster o José Antonio Marina, Miquel Barceló o Werner Herzog...
Debiéramos emprender una cruzada para recuperar genios ( los hay tantos...) ignorantes de su brillantez sonámbula, aullentadores de la vulgaridad... y ganarlos para sí mismos, sobre todo para ellos mismos, y más tarde para todos los demás. Que aprendamos a través de su corazón, de su sentimiento, de sus obras constantes y continuas... como lo hace nuestra madre naturaleza, porque en la naturaleza, aquello que no crece... muere.